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Noche de san Juan Asturias

LAS MAÑANICAS DE SAN JUAN Y LOS ENCANTAMIENTOS

La mañana de San Juan es la más poética del año. Es la mañana clásica en que ocurren cosas maravillosas. El sol baila, los cuélebres pierden sus poderes mágicos. Las mozas encantadas, las janas o xanas, salen de las cuevas o de las fuentes a peinar sus cabellos con peines de oro, y a ofrecer sus riquezas al que sepa y tenga valor para desencantarlas.

De las peñas y de los manantiales brotan joyas preciosas. Aparecen gallinas con polluelos de oro picoteando las flores silvestres. Las janas juegan a los bolos con boleras de oro.

Pero todos estos actos maravillosos desaparecen antes de que lleguen a ellos los rayos del sol naciente.

El culto al fuego celebrado por los astures todos los años en el solsticio de verano, se ofrecía para ayudar al dios de la luz a vencer al dios de las tinieblas. Las hogueras de San Juan se encendían en casi todos los concejos; las gentes saltaban por encima de las llamas. Las mozas adornaban las fuentes con ramas y flores, y se entretenían cantando y bailando delante de los manantiales mientras llegaba la hora de ir a recoger la flor del agua.

Donde las mozas no esperaban divirtiéndose la hora de coger la flor del agua, la que más madrugara colocaba en la fuente una rama, para indicar que ya se había llevado de allí la flor del agua. Cuando iba otra moza a la fuente y veía la enramada tenía que dirigirse a otro manantial, y así sucesivamente hasta enramar todos los manantiales del poblado.

La flor del agua tenía la virtud de desencantar, de curar enfermedades, de dar felicidad, de hallar un buen novio, de casarse en el año.

Los mozos colocan de pie a la puerta de las casas de las mozas, un árbol de fresno o roble, para que las bendiga el Santo. Luego recorren las calles del pueblo cantando:

–Mañanica de San Juan

madruga, niña, temprano

a entregar el corazón

al galán que puso el ramo

 

La moza a quien no le han puesto el ramo la mañana de San Juan, y se lo hayan puesto la víspera de San Pedro, muestra su desagrado con esta copla:

–Enramásteme la puerta

la víspera de San Pedro.

¿No sabes, galán del alma

que estaba San Juan primero?

El galán se disculpaba así:

–La víspera de San Pedro

te puse el ramo,

la de San Juan no pude

que estuve malo

El trébol también jugaba su papel en la mañana de San Juan:

–A coger el trébole,

el trébole y el trébole;

a coger el trébole

la noche de San Juan.

A coger el trébole,

el trébole y el trébole;

a coger el trébole

los mis amores van

 

 

Cosas extraordinarias suceden en la mañana de San Juan, que recoge el romancero:

–Mañanita de San Juan,

cuando el árbol floreaba,

iba la Virgen María

por una fuente sagrada;

más hermosa que una estrella,

más que una estrella galana,

lavando sus pies y manos

y su pulidita cara;

con un libro en las sus manos

dio la bendición al agua.

–Bien venida la doncella

que viniese aquí por agua;

que si del agua bebiese,

muy pronto será casada.

Los pueblos vaqueiros tenían la costumbre de “salar las vacas” con sal bendita, para preservarlas de enfermedades. Consistía en poner sal al sereno, y al amanecer la daban al ganado, porque entendían que San Juan bendecía la sal.

 

También ocurría en esta mañanica, la costumbre de hacer uso del rocío para curar la sarna o para aumentar la salud. Unas veces eran los niños los que se bañaban en las corrientes de aguas cristalianas. Otras personas que padecían enfermedades cutáneas pretendían curarlas revolcándose desnudas en el rocío de los prados, en la mañana de San Juan, ocultas bajo los árboles o entre peñas. Era el rito de tomar la orvallada del rocío.

También era costumbre de cortar flores de saúco y colgarlas a la ventana, para que reciban la bendición de San Juan, retirándolas antes de ser tocadas por los rayos del sol, porque éstos les quitaban la virtud de curar enfermedades.

También solían mojar un ramo en la fuente y colocarlo en el tejado, para prevenir los rayos de las tormentas. Se enraman casas y establos, y se sacan los ganados al campo para que San Juan los bendiga.

Hay lugares donde se guardaba durante el año los dientes de leche caídos, hasta el día de San Juan, y se echaban en la hoguera, pidiéndole a San Juan un hermoso diente nuevo.

 

EL MITO DE LAS JANAS

Las janas o xanas son una especie de ninfas pequeñitas, de extraordinaria belleza, tienen el cabello muy largo, visten el traje típico del país y son cristianas.

Habitan las janas en las cuevas y en las fuentes, y algunas están encantadas. Regalan ovillos de hilo a los pastores, pagan con alhajas a quienes les presta algún servicio, y hacen ricas a las personas que las desencanten.

Las xanas poseen grandes tesoros. Tienen gallinas y polluelos de oro, y de oro son también los peines, la rueca, y los bolos con que juegan en la alfombra de los prados en la mañana de San Juan.

¡Ay! que una xana hechicera

lavando está en fuente noble,

lavando cadejos de oro

vestida de mil primores.

No hay noticia de la existencia del Jan o Xan, y sin embargo ellas tienen hijos. Cuando nadie las ve sacan de la cuna a los hijos de los campesinos y los llevan consigo, dejando a los janines en lugar de aquellos para que la campesina los dé de mamar. Y cuando lo estiman oportuno devuelven al niño y toman el suyo.

En España el mito es, desde luego, astur. La xana astur se confunde con las hadas de Sicilia, Irlanda, Bretaña, Francia y Escocia.

En el Algarbe portugués existe una voz que corresponde a la xana asturiana: ja o jans, aplicada a ciertas hadas hiladoras nocturnas.

La forma latina de jana era Diana, y basta comparar los nombres del mes dedicado a Janus, en latin januarius, asturianoxineru, catalán janer, portugués janeiro.

La mitología sobre Diana cazadora, “cum Diana equitare”, corresponde a tradiciones de Asturias en que se cuenta haber apresado a una xana armándole lazos sobre un caballo, y dejándoselo abandonado de noche para que ella lo cabalgase.

El mito de la xana se extiende en Asturias desde su límite con Santander hasta una línea que se trace, desde la orilla del mar en Cudillero, hasta un punto del límite de Asturias con León, pasando por Belmonte y Somiedo. Más al occidente no hay este mito, por lo que entró en Asturias por el oriente. Al occidente viven las “encantadas” pero sin leyendas. Sin embargo las del oriente abundan en leyendas muy poéticas y llenas de alto valor simbólico.

LA JANA ENCANTADA EN LA FUENTE DE LA VALLINA

“En el término de Getino, al lado del río, existe una fuente termal que tiene fama de curar las enfermedades del grupo reumático. Hemos constatado que en el mes de agosto salía el agua a 28 grados centígrados. En septiembre de 1980 nos han facilitado, en la Delegación Territorial de Sanidad y Seguridad Social de León, el siguiente análisis de estas aguas:

Reacción en PH. 6′5

Nitritos de NO2neg.

Sulfatos en SO4 10,00

Materia orgánica 1,6

Hierro negat.

Fluoruro 0,4 mg/l

Amoníaco libre negat.

Cloruros en CINa 2,12

Cal en CAO negat.

Dureza en grados franceses 10, 74

Maximiliano González Flórez,

en LA RIBERA DEL TORIO

En Gete, el largo valle que sube desde el pueblo a la gran Collada es el valle de las janas, porque hay una Jana en la umbría del Abeseo y otra en La Fuente de La Vallina.

Entre el verdor de los prados, con chopos a su vera que parecen centinelas en el paisaje, y rodeada de las tierras de La Quebrantada, se halla La Fuente de La Vallina.

Dista algo más de un kilómetro del pueblo y se sitúa en el Abesedo, donde en invierno no se atreve a entrar el sol y silba el viento, cuando bate más arriba las ramas de las hayas y los abedules.

El ulular del viento produce unos sonidos extraños, y dicen las gentes que son los lamentos de las janas. Janas de los bosques y los arroyos, de las fuentes que apagan la sed de los pastores y los segadores.

En el verano cambia el panorama. Praderías esmeralda donde en sus norios colorean los celengrines y negrean las moras, y por encima de los abedules se puebla el monte bajo de arandaneras de dulce fruto.

Pues allí está La Fuente de La Vallina, con agua tan transparente que se ve el fondo de guijarros areniscos con una limpidez extraordinaria. Tan fría es la fuente que no se resiste introducir las manos más allá de un minuto.

En esta fuente cuenta la leyenda que vive una jana, que vaga por el lugar expiando un pecado de amores. Es muy rica en gargantillas de oro y pedrería de la fina, porque a la tía Periquita el llenó el mandilín de canicas, y le dijo que no las mirara antes de llegar a Gete, que si contravenía su mandato se le convertirían en carbones.

Y así fue. La tía Periquita como era tan curiosa, miró el mandilín cuando bajaba por Las Vegas del Barrero, y observó que eran Carbones de roble. Y no creyó en la jana.

Pero cuando llegó a casa, en la cinta del mandil encontró una moneda de oro, y entonces comprendió que aquella moneda no la había mirado antes. Y, claro que era verdad el encantamiento, que si no hubiera mirado el mandilín todas las canicas se habrían convertido en monedinas de oro. Por eso tenía la tía Periquita aquella moneda de oro, de las peluconas de Carlos III.

Y cuando canta el chotocabra, entre cada uno y otro graznido, se oye tenuemente el lamento quejumbroso de La Jana de La Fuente de La Vallina.

La Jana se deja ver solamente una vez al año. Y ocurre en la noche de San Juan, a las doce en punto. Dicen que es bellísima, y que sus cabellos rubios brillan a la luz de la luna; y que entregará sus amores al mozo montañés que la desencante dándole a beber agua de La Fuente de La Vallina en el cuenco de la mano.

El tío Gabriel, cuando era mozo en otras épocas, se fue a buscar la Jana de La Fuente de La Vallina, pero se durmió a las doce de la noche, cansado como estaba de tanto segar hierba.

A la mañana siguiente halló el peine de asta de castrón que la Jana se dejó olvidado, Plinto a las aguas cristalinas de La Fuente de La Vallina.

www.sasua.net/estella/articulo.asp?f=sanjuan3 :  –

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